La soga

Mi Antonio dormía cada noche con una soga bajo la almohada. Por la mañana, mientras desayunábamos en la cocina, señalaba una encina del parque y me recordaba: "si algún día no llego a la hora de comer, estaré allí colgado". Después guardaba la cuerda en el maletín, apuraba el café de un sorbo y salía hacia el trabajo.
Aquella mañana me entretuve cocinando una pata de cabrito y se me fue el santo al cielo. Cuando vi que pasaban diez minutos de las dos, le di la espalda a la ventana de la cocina y me senté en el comedor. Llamé a mi hijo y le dije que fuese a buscar a su padre al parque. Cuando descolgaron el cuerpo de mi esposo ya estaba vestida de luto.

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One Response to “La soga”

david dijo...

DC: Este cuento es de verdad, escuché la historia una noche en el programa "hablar por hablar". La realidad siempre supera, con mucho, la ficción.