Mal momento

Las muertas por anorexia
dejarán de pesar para siempre,
velarán cadáveres transparentes
en pisos patera, junto a un centenar
de inmigrantes e indigentes
que también se mueren de hambre.
Un cura pederasta les dará
la extremaunción desde un televisor,
esa caja de luces a medio camino
entre el burdel y la Iglesia.
Después sepultarán sus raspas
en ataúdes con hipoteca,
porque la multinacional que los fabrica
cobra a precio de oro los modelos
que se salen del estándar.
En este mundo,
se paga con la vida
salirse de la media.

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